Sobre la táctica del “Frente Único Obrero”- Nahuel Moreno

En este trabajo Nahuel Moreno polemiza con quienes plantean que la táctica del “Frente Único Obrero” es la “táctica privilegiada” del trotskismo, frente al avance de la reacción y la “derecha”. En este trabajo Moreno polemiza con Lambert y su organización la OCI que planteaban en 1980 lo mismo que plantean hoy la Internacional Progresista, el 99% de la izquierda mundial, incluyendo los grupos como el PSTU de Brasil, Izquierda Socialista de Argentina, o el MST de Argentina que se reclaman partidarios de Nahuel Moreno. Todos estos grupos han roto con el Marxismo y el trotskismo ortodoxo para adoptar la estrategia reformista. En este trabajo Nahuel Moreno demuestra que es falso que la “unidad” es una táctica privilegiada, demuele a todos estos revisionistas, explica el origen de esa táctica, y como debe desarrollarse siguiendo el ejemplo de Lenin y Trotsky.  

Nahuel Moreno

Nahuel Moreno

Nahuel Moreno- Capítulo III de “Fin de la unidad con el Lambertismo”

Antes que nada, debo aclarar que nuestro nuevo enfoque del tema echa por tierra lo que escribimos en las tesis respecto del frente obrero. Nosotros no vamos a hacer la maniobra de Lambert y vamos a decir las cosas como son. En su momento, considerarnos que lo que decían las tesis sobre frente único obrero era correcto y un aporte de los compañeros de la OCI. Fueron ellos los que insistieron en dicho contenido, y nosotros aprobamos. No estábamos lo suficientemente maduros. 

Ahora es diferente: lo de Mitterrand y Nicaragua nos llevaron a hacer una nueva reflexión sobre esta táctica y lo que escribimos ahora es un descubrimiento para nosotros. Hace tiempo sospechábamos que en la táctica del frente obrero había problemas. Veníamos trabajando sin encontrarles salida. Hace muchos años creíamos que era una estrategia. Fue un error que luego corregimos: el frente único es una táctica. Durante la revolución rusa esta táctica sólo se aplicó unos quince días. Trotsky lo dice categóricamente, según citas que hemos aportado. 

La lectura de Lenin lo corrobora. Él afirma que no hay que hacer ningún acuerdo con los mencheviques y social revolucionarios en toda la etapa, pese a que el frente obrero —como todos sabemos— es un tipo especial de acuerdo que se le propone al reformismo. Durante el levantamiento de Kornilov cambia, y les propone a los socialtraidores un acuerdo o frente, sólo por quince días, tal como comenta Trotsky. Es decir, la política bolchevique del año 1917 se llevó a cabo sin utilizar la táctica del frente único. Por el contrario, la gran consigna de Lenin en 1917 es la de “ningún acuerdo” con los partidos oportunistas, porque forman parte del gobierno o lo apoyan. 

La táctica del frente único obrero surge entre el III y IV Congreso de la III Internacional. Es, por lo tanto, una táctica posterior a la revolución rusa. A los que están de acuerdo con la OCI, esto les plantea algunos problemas: ¿Acaso los bolcheviques descubrieron en 1921 una estrategia o táctica permanente, que por ignorancia no utilizaron antes, y que de haberla aplicado hubiera facilitado la revolución rusa? Nosotros creemos que no. Que es una táctica y como tal se aplica en determinados momentos. Esa táctica surgió cuando la III Internacional descubrió que, debido a que no había triunfado la revolución europea, los partidos socialdemócratas seguían siendo ampliamente mayoritarios. Esto obligó a cambiar las tácticas elaboradas por el primer y segundo congresos de la III Internacional. 

Durante esos congresos, la Internacional Comunista había seguido la política, de Marx y Engels, “a una clase obrera un partido”. Todo el marxismo —desde Marx— se desarrolla en la concepción de que nuestros partidos no debían ser marxistas, sino que toda la clase obrera tenía que tener un solo partido, con su lenguaje e ideología propias, a tal punto que en su famosa carta a Sorge, Marx sostenía que el partido obrero de los Estados Unidos debía hablar y pensar como la propia clase, a pesar de sus concepciones semi masónicas. 

Fue Kautsky, que, cuando joven, no era mal político, quien comienza a insistir en que hay que construir partidos marxistas. Reivindica al marxismo para luchar contra el ala intelectual, pequeño burguesa del partido socialdemócrata alemán. Así surgió el concepto de partido obrero marxista, que significa que si no es marxista no es obrero, y que se extendió de Alemania a todos los países adelantados. Las dos concepciones, la de Marx “una sola clase, un solo partido”, y la de Kautsky —“un solo partido, pero marxista”— , son adoptadas por la III Internacional, al fundarse.

El primero y segundo congresos de la III Internacional afirmaban que si triunfaba la revolución en Alemania y en uno o dos países más, la socialdemocracia iba a entrar en una crisis sin salida y que habría un solo partido obrero hegemónico, el comunista. Pero después del II Congreso, cuando fracasa la revolución en Europa, Lenin, Trotsky y la III Internacional se enfrentan al hecho de que la socialdemocracia sigue siendo ampliamente mayoritaria. Ello se combina con la relativa estabilización del capitalismo, el reflujo del movimiento obrero europeo y, por último, que si bien la revolución obrera no había triunfado, los partidos comunistas se transformaron en partidos de masas, aunque minoritarios. Esta nueva situación plantea la imperiosa necesidad de ganar a los trabajadores socialdemócratas para poder hacer la revolución socialista. 

La táctica del frente único surge de esta necesidad coyuntural y específica. Como tal, es parte de la estrategia de barrer de la clase obrera a los partidos socialistas para lograr la hegemonía del partido comunista. Es una táctica para debilitar a los socialtraidores a través de la proposición y ejecución de acciones comunes, sentidas por ambos partidos. La táctica no planteaba una unión ni acuerdos permanentes con los partidos socialdemócratas. Su estrategia y principio era destruirlos. Precisamente la III Internacional alerta sobre el peligro de pretender levantar consignas máximas o programas de revolución obrera con los partidos obreros traidores. Sostiene que hacerlo, es traición y no frente único, porque equivale a depositar alguna confianza revolucionaria en ellos. 

Cuando el stalinismo aplicó esta táctica con la dirección sindical inglesa diciéndole “hagamos un frente único para ayudar a los huelguistas ingleses”, Trotsky dijo que se trataba de una de las traiciones más grandes, ya que debió haber planteado que los sindicatos rusos apoyaran directamente la huelga minera a través del ala revolucionaria del sindicalismo inglés, para derrotar a la dirección sindical burocrática. Jamás, durante la gran huelga inglesa, debió aplicarse la táctica del frente único, sino la del apoyo a la huelga para derrotar no solo a la patronal y al gobierno ingleses, sino también a la burocracia sindical. La táctica del frente único es una invitación. Y sólo se puede plantear cuando entre los partidos reformistas y revolucionarios hay puntos en común. 

Si un partido obrero está a favor de los planes de austeridad que aplica el gobierno, es imposible que haya frente único con ese partido por aumentos de salarios. La base del frente único es que en un punto determinado las masas reformistas (que no creen en la revolución) y sus dirigentes (que quieren reacomodarse), llevados por la lucha de clases, se vean obligados a levantar alguna consigna de lucha contra el capitalismo. Por ejemplo, cuando el gobierno de Isabel Perón, en Argentina, bajó los salarios un 40% y la clase obrera, incluso muchos dirigentes peronistas, estaban furiosos, nosotros invitamos a la burocracia, y a los obreros que la seguían, a luchar juntos por recuperar el poder adquisitivo. Así se hizo una huelga general impresionante. 

¿Qué significa que el frente obrero es una táctica? Que solo es una herramienta, un medio entre otros, para construir el partido, ganando sectores de la clase obrera para él. Por lo tanto, decir que es “la táctica” o una estrategia, significa que es la única herramienta o medio que el partido tiene para construirse y para lograr una mayor audiencia en la clase obrera. O que, como mínimo, es la herramienta o medio privilegiado. Nuestra estrategia, nuestra tarea central, a la que todo está supeditado, es transformar a nuestras organizaciones en partidos con influencia de masas, cada vez con mayor influencia obrera, con más y más cuadros proletarios en sus filas. Esa es la estrategia. Y siempre que se habla de táctica hay que referirla a esa estrategia. 

 La OCI (u) viene diciendo desde hace años que el frente único obrero es una estrategia o táctica privilegiada (lo que es lo mismo). En las tesis [de la CI-CI] se dice que es una táctica, por una concesión que nos hicieron. Les llevamos textos de Trotsky donde escribe que el frente único obrero es una táctica. Luego nos buscaron una cita única de Trotsky en la que dice que es una táctica no circunstancial, que se refiere, concretamente, a un momento de la lucha de clases en un país: la etapa previa a la asunción de Hitler. Si tomamos el frente único obrero como una táctica permanente y privilegiada, significa que la forma permanente de construir el partido, o la herramienta o medio privilegiado, es el acuerdo con los partidos obreros traidores. 

La OCI (u) es consecuente cuando pone, de hecho, un signo igual entre la construcción del partido y la táctica del frente obrero. Una táctica para cada situación Para nosotros, cada etapa de la lucha de clases exige diferentes medios o tácticas para construir el partido. Ellas no surgen solamente de la lucha de clases, sino de la relación que se establece entre esta y el partido. Esa relación no es estética ni científica. No estudiamos la realidad solo para conocerla o emocionarnos. Tampoco precisamos la situación de nuestro partido como historiadores o sociólogos. 

Las dos realidades, la lucha de clases y el partido, las estudiamos para buscar los medios que fortalezcan al partido. Es un análisis interesado, político. Tan es así que esos medios o tácticas cambian no solo con la realidad objetiva, sino con la realidad del propio partido. Suponiendo dos situaciones objetivas parecidas, tendremos tácticas muy diferentes, si nuestra organización está constituida por veinte estudiantes o por veinte mil obreros metalúrgicos o mineros. Esto explica, entre otras muchas tácticas, la del entrismo en los partidos socialistas de los años 30. Si hubiéramos sido organizaciones obreras poderosas no habríamos hecho entrismo. 

Esta fue nuestra táctica central durante dos o tres años, y no la del frente único obrero porque éramos pequeños grupos. El entrismo fue la táctica privilegiada en un determinado momento del trotskismo, y fue la negación de la táctica del frente único, aunque en Francia sirviera durante un corto lapso, para intervenir en el frente único que habían acordado los partidos socialista y comunista. Era un medio para romper a los partidos socialistas, lo más pronto posible, desde adentro. Se entró a ellos no para desarrollar el frente único con la dirección, sino para denunciarla y hacer que la izquierda socialista rompiera con ella. 

 Las tácticas del partido revolucionario son infinitas. Cambian de acuerdo a cada situación. Por ejemplo el PST de Argentina, cuando se presentó a elecciones, el más grande acierto táctico de su historia, que lo convirtió en un partido nacional y le permitió “apropiarse” de un pequeño sector del movimiento de masas, practicó una táctica opuesta a la del frente único: la del polo obrero y socialista. Esto significó unir a los activistas clasistas y socialistas para oponerlos a las organizaciones y direcciones obreras que practicaban la colaboración de clases. 

Si alguien de nuestro movimiento nos hubiera dicho que no nos presentáramos a elecciones porque la táctica correcta era plantear el frente único obrero de la CGT y los partidos obreros, hubiera cometido un crimen. Por eso, para mí, los sostenedores del frente único como táctica privilegiada o estrategia cometen el grave error de acostumbrar a nuestras direcciones a no pensar las verdaderas tácticas que se imponen. Falsamente creen que tienen solucionado el problema para siempre, repitiendo como muletilla “Frente único obrero”. Y es un grave error metodológico, que se suma al político, de adaptarse a los aparatos contrarrevolucionarios, como únicos interlocutores válidos.

Loading